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Revisado médicamente por la Dr. med. Sarah Boss
Hecho verificado

En España, la cocaína continúa siendo una de las drogas ilegales más consumidas entre la población, representando un desafío significativo para la salud pública. Según el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA), en 2022, el 2,4% de la población de entre 15 y 64 años consumió cocaína en polvo y/o base en los últimos 12 meses, siendo los hombres entre 25 y 34 años el grupo con mayor prevalencia (3,3%). Además, la edad media de inicio en el consumo de cocaína se sitúa en los 21,1 años, lo que indica una exposición temprana a esta sustancia adictiva que se usa en contextos de fiesta o jornadas de trabajo largas.

A pesar de los esfuerzos en prevención y control, el consumo de cocaína sigue siendo una preocupación, especialmente por sus efectos devastadores en la salud física y mental de los consumidores. Los daños incluyen problemas cardiovasculares, trastornos psiquiátricos y deterioro en las relaciones sociales y laborales. Ante esta realidad, es fundamental contar con recursos adecuados para la prevención, tratamiento y rehabilitación de las personas afectadas por esta adicción y por en The Balance nos enfocamos en abordarlo de manera holística comprendiendo el entorno de nuestros pacientes, priorizando su comodidad en todo momento.

La cocaína es una sustancia psicoactiva que actúa como un potente estimulante del sistema nervioso central. Su mecanismo principal consiste en bloquear la recaptación de neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y la noradrenalina en las sinapsis neuronales. Esto provoca una acumulación de estos neurotransmisores en el espacio sináptico, intensificando las señales neuronales y generando sensaciones de euforia, aumento de energía y alerta.

Factores de riesgo: Edad, entorno y salud mental

Diversos factores pueden aumentar la vulnerabilidad de una persona a desarrollar una adicción a la cocaína:

  • Edad: El inicio temprano en el consumo de sustancias, especialmente durante un etapa tan vulnerable como la adolescencia, está asociado con un mayor riesgo de desarrollar trastornos por uso de sustancias en la edad adulta.
  • Entorno social: Vivir en un ambiente donde el consumo de drogas es común o tener amigos que consumen de forma recreativa puede influir significativamente en la decisión de una persona de iniciar el consumo.
  • Salud mental: Trastornos como la depresión, la ansiedad o el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) pueden aumentar la probabilidad de que una persona utilice sustancias como la cocaína para automedicarse, lo que incrementa el riesgo de adicción. 

En España, el perfil del consumidor de cocaína ha evolucionado en los últimos años. Tradicionalmente, se asociaba con varones de entre 25 y 40 años, pero actualmente se observa una diversificación en los perfiles de consumo. El uso de esta sustancia se ha extendido a diferentes grupos demográficos, incluyendo jóvenes en entornos festivos y profesionales en ambientes urbanos siendo estos tanto hombres como mujeres.

Este cambio en el perfil del cocainómano refleja la necesidad de enfoques de prevención y tratamiento más personalizados, que consideren las diversas motivaciones y contextos sociales que llevan al consumo de cocaína. Así mismo es fundamental tratar de disminuir la exposición de los jóvenes a esta y otras drogas.

Reconocer a tiempo el consumo de cocaína en alguien cercano puede marcar la diferencia entre una intervención temprana o una dependencia severa. A continuación, se detallan las principales señales físicas y conductuales que permiten identificar a un cocainómano.

Comportamiento típico de un adicto a la cocaína

El comportamiento de un adicto a la cocaína suele caracterizarse por cambios drásticos y muy notables en la personalidad y la rutina, algunos de estos cambios son:

  • Hiperactividad y euforia extrema seguidas de estados de irritabilidad, paranoia o depresión.
  • Impulsividad y agresividad, incluso en situaciones triviales o cuando se le confronta sobre su actitud.
  • Aislamiento progresivo, alejamiento de relaciones personales sanas.
  • Mentiras y ocultamiento sobre sus actividades o paradero.
  • Cambios bruscos de humor y pérdida del control emocional.
  • Comportamientos compulsivos como gastar grandes sumas de dinero sin justificación.

Estas actitudes son especialmente difíciles de sobrellevar para quienes deben vivir con un cocainómano, ya que la convivencia se convierte en un entorno imprevisible, inestable y emocionalmente agotador.

Características Visibles de un Adicto a la Cocaína

Los efectos físicos también dejan huellas claras en el perfil cocainómano. Algunas de las señales más comunes son:

  • Cara de cocainómano: apariencia demacrada, ojeras marcadas, piel pálida o irritada. En casos crónicos, pueden observarse llagas por rascado compulsivo.
  • Nariz cocainómano: dado que la sustancia suele aspirarse, es común la irritación nasal constante, sangrados frecuentes, pérdida del tabique nasal en casos extremos y costras visibles.
  • Tics cocainómanos: movimientos repetitivos, rápidos e involuntarios, especialmente en la cara, mandíbula y manos.
  • Trastornos del sueño: insomnio persistente, despertares abruptos, sensación de alerta constante. El consumidor puede pasar días sin dormir y luego experimentar colapsos de agotamiento extremo.

¿Cómo detectar si alguien cercano la consume?

Detectar el consumo de cocaína puede ser difícil, especialmente en etapas iniciales. Sin embargo, algunos indicadores clave pueden ayudar:

  • Cambios súbitos en la apariencia o hábitos de higiene.
  • Pérdida de peso repentina, falta de apetito.
  • Pupilas dilatadas incluso en entornos con mucha luz.
  • Ruidos nasales inusuales o costumbre de tocarse la nariz constantemente.
  • Objetos sospechosos como pequeñas bolsas de polvo blanco, espejos, tarjetas o tubos (utilizados para esnifar).

Si sospechas que una persona cercana a ti está consumiendo, es fundamental no confrontarla de forma acusatoria. En su lugar, busca información, acude a profesionales de salud mental y valora la posibilidad de intervención terapéutica o ingreso en un centro de rehabilitación especializado de lujo como The Balance, donde el tratamiento se aborda de forma personalizada y discreta, respetando el espacio de cada individuo para que se recupere en un ambiente amplio y seguro con todas las comodidades.

La adicción a la cocaína deja una huella profunda en la salud física y mental del consumidor. Lejos de ser una droga “de fiesta” o de alto rendimiento, su uso continuado puede desencadenar una cascada de deterioro que abarca desde fallos orgánicos hasta el colapso total de las relaciones personales y profesionales.

El daño fisiológico es uno de los más evidentes y peligrosos:

  • Sistema cardiovascular: La cocaína provoca taquicardias, hipertensión y espasmos en las arterias coronarias. Estos efectos aumentan significativamente el riesgo de infartos, incluso en jóvenes aparentemente sanos.
  • Sistema nervioso central: El uso repetido causa alteraciones en la dopamina y otras sustancias neurotransmisoras. Esto puede desembocar en accidentes cerebrovasculares, convulsiones e incluso daño cerebral permanente.
  • Sistema respiratorio: Fumar cocaína (forma conocida como “base” o “crack”) irrita e inflama los pulmones, lo que puede derivar en enfermedades pulmonares crónicas.
  • Nariz cocainómano: Al esnifar, la cocaína daña la mucosa nasal, reduce el riego sanguíneo y provoca necrosis. Con el tiempo, puede provocar perforación del tabique nasal o colapso completo de la estructura de la nariz, generando deformaciones visibles y permanentes. Además, la presencia continua del polvo y sustancias adulterantes provoca una inflamación persistente que bloquea los senos paranasales.
  • Paladar blando y garganta: La necrosis también puede alcanzar el paladar, afectando el habla, la deglución y el sentido del gusto. En casos extremos, se han documentado comunicaciones anormales entre nariz y boca, que requieren cirugía reconstructiva.

Repercusiones sociales, familiares y laborales

El consumo de cocaína no solo afecta al consumidor, sino a todo su entorno:

  • Dificultades para mantener un empleo, ya sea por bajo rendimiento, ausencias o comportamientos inadecuados.
  • Rupturas familiares y de pareja, con frecuencia marcadas por violencia verbal o física, engaños y desgaste emocional.
  • Pérdida de la red de apoyo social. Muchos adictos terminan aislados, estigmatizados o con conflictos legales por comportamientos delictivos relacionados con la obtención de la droga.

¿Los cambios físicos son reversibles?

No todos. Algunos efectos del consumo pueden mejorar con el tiempo y tratamiento:

Reversibles con desintoxicación:

  • Problemas de piel por acné o heridas por rascado compulsivo (cara de cocainómano).
  • Trastornos de sueño y apetito.
  • Ansiedad leve.

Permanentes o difícilmente reversibles:

  • Perforación del tabique nasal o colapso total de la nariz.
  • Daño en el paladar blando o estructuras orales.
  • Cambios en la voz o dificultad para hablar.
  • Deterioro cognitivo si ha habido ictus o crisis epilépticas no tratadas.

Por todo esto, la rehabilitación no puede verse como un proceso únicamente físico, sino también psicológico y reconstructivo, especialmente en centros especializados en abordar tanto las secuelas visibles como las internas que arrastra un ex cocainómano.

Sinusitis crónica y complicaciones orbitarias asociadas al uso de cocaína: reporte de tres casos. https://hospital.uas.edu.mx/revmeduas/articulos/v11/n3/sinusitis.html

How Cocaine Affects the Face https://recovered.org/stimulants/cocaine/how-cocaine-affects-the-face

La cocaína National Institute on Drug Abuse https://nida.nih.gov/es/areas-de-investigacion/la-cocaina

¿QUÉ RIESGOS Y CONSECUENCIAS TIENE EL CONSUMO DE COCAÍNA?https://pnsd.sanidad.gob.es/ciudadanos/informacion/cocaina/menuCocaina/riesgos.htm?utm_