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La somatización, aunque ampliamente reconocida en los círculos médicos y psicológicos, a menudo es malentendida por el público general. Muchas personas no están familiarizadas con el término “somatización” y pueden no reconocer cómo las emociones intensas pueden manifestarse físicamente. Esta falta de comprensión puede llevar a estigmatizaciones o malinterpretaciones sobre aquellos que experimentan estos síntomas.

Para muchos, los síntomas físicos sin una causa médica clara a menudo son vistos como imaginarios o exagerados. Algunas personas pueden interpretar erróneamente el significado de estos síntomas como una falta de fortaleza mental o emocional, o incluso desestimarse como meras excusas para evitar ciertas situaciones. Sin embargo, la realidad es que la somatización es una respuesta física legítima a problemas psicológicos no resueltos, como el estrés crónico, la ansiedad o la depresión.

En España, la prevalencia y el impacto de los trastornos psicológicos han sido objeto de estudio detallado por parte de instituciones como el Ministerio de Sanidad. Según su último informe de 2021, se evidencia que los trastornos de ansiedad afectan a aproximadamente el 10.4% de la población, mientras que los trastornos por somatización alcanzan a un 5.5%. Estas cifras resaltan la relevancia de abordar estos problemas de salud mental, no solo por su frecuencia sino también por su potencial para deteriorar significativamente la calidad de vida de los individuos.

La relación entre los trastornos de ansiedad y los trastornos por somatización ha sido ampliamente estudiada, revelando conexiones complejas entre la manera en que el estrés emocional y la ansiedad pueden manifestarse en síntomas físicos, un fenómeno conocido como somatización. Estudios como los realizados por Burton et al. (2011) y Lipsanen et al. (2004) han proporcionado evidencia significativa de que la ansiedad no solo puede coexistir con la somatización, sino que a menudo puede exacerbar o incluso precipitar la aparición de síntomas físicos.

La somatización es el proceso por el cual las personas experimentan y expresan síntomas físicos que tienen un origen psicológico. Este fenómeno refleja cómo las emociones y el estrés no resueltos pueden manifestarse en el cuerpo, provocando dolores reales y malestares que a menudo no tienen una causa médica aparente. 

Ejemplos Comunes de Somatización

  1. Es común que individuos experimenten dolores de cabeza severos o migrañas durante o después de períodos de estrés emocional o mental. Aunque pueden no haber causas físicas directas como lesiones o enfermedades, estos dolores de cabeza son una manifestación física de la tensión psicológica, por lo cual el individuo puede somatizar emociones.
  1. Otro ejemplo frecuente es la fatiga crónica que aparece sin una razón médica aparente. Personas que están emocionalmente agotadas o que atraviesan períodos prolongados de depresión a menudo reportan sentirse físicamente cansadas todo el tiempo, un claro ejemplo de cómo el cuerpo somatiza el agotamiento emocional.
  1. La conexión entre el estrés y problemas como el síndrome del intestino irritable (SII) es bien conocida ya que es muy común somatizar emociones de forma gastrointestinal. El estrés puede causar espasmos en el colon, que es una respuesta física directa a la angustia emocional.

A nivel neurológico, se cree que varios mecanismos están implicados en cómo las emociones y el estrés se traducen en síntomas físicos. El Sistema Nervioso Autónomo, que regula funciones corporales involuntarias como la frecuencia cardíaca, la digestión y la respiración, puede ser excesivamente activado durante períodos de estrés emocional. Este aumento en la actividad puede provocar síntomas físicos como palpitaciones, sudoración, problemas gastrointestinales y tensión muscular, que son comunes en la somatización.

En personas que somatizan, la red neuronal puede estar hiperactiva, llevando a una mayor atención y sensibilidad hacia la sensación corporal y, en consecuencia, a una interpretación errónea de estas sensaciones como síntomas de una enfermedad.

Otra explicación para los síntomas que percibe el paciente que somatiza viene mediada por el eje Hipotálamo-Pituitaria-Adrenal (HPA): El eje HPA regula la respuesta al estrés en el cuerpo mediante la producción de cortisol. En personas con somatización, puede haber disfunciones en este eje, resultando en una respuesta al estrés crónicamente activada que puede contribuir a una variedad de síntomas físicos, como fatiga y dolores crónicos.

Además, algunos estudios sugieren que en la somatización, hay una reducción en la inhibición cortical, lo que significa que el cerebro tiene dificultades para filtrar o ignorar las señales de dolor o molestias menores. Esto puede llevar a una percepción aumentada del dolor o a la interpretación de sensaciones normales del cuerpo como problemáticas.

Las investigaciones han mostrado que en personas que somatizan, hay una conectividad alterada entre las regiones del cerebro que procesan las emociones (como la amígdala y el cíngulo anterior) y las que procesan las sensaciones físicas (como la ínsula y la corteza somatosensorial). Esta alteración puede causar una interpretación errónea de las señales corporales internas, conduciendo a la somatización.

Estos procesos neurológicos muestran cómo el estrés y las emociones pueden manifestarse en síntomas físicos a través de complejas redes neuronales y respuestas hormonales. 

La somatización, al estar profundamente arraigada en la interacción entre la mente y el cuerpo, puede ser influenciada significativamente por la personalidad de un individuo, su motivación personal y su enfoque proactivo hacia la gestión de su salud mental y física. Las personas con tendencias perfeccionistas o aquellas que naturalmente evitan confrontar emociones difíciles pueden ser más susceptibles a somatizar. Reconocer que uno está somatizando es el primer paso crucial para manejar esta condición.

Más allá del tratamiento médico o psiquiátrico, existen herramientas y estrategias que los individuos pueden emplear para reducir la incidencia de la somatización en su vida diaria. El desarrollo de habilidades de manejo del estrés, como la meditación, el yoga o el mindfulness, puede ser extremadamente beneficioso. Estas prácticas no solo ayudan a relajar el cuerpo, sino que también permiten a las personas tomar conciencia de sus estados emocionales y físicos y gestionarlos de manera más efectiva.

La terapia cognitivo-conductual (TCC), que ayuda a las personas a identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos que pueden contribuir a la somatización, es otra herramienta valiosa. Además, técnicas de autoayuda como la escritura reflexiva o el diario pueden facilitar un mejor entendimiento y procesamiento de las emociones reprimidas o no expresadas.

La motivación personal juega un papel fundamental en este proceso. Aquellos que están motivados para entender y mejorar su salud mental tienden a ser más diligentes en la práctica regular de técnicas de manejo del estrés y en buscar ayuda cuando es necesario. Este compromiso personal con el bienestar puede transformar significativamente cómo uno experimenta y maneja la somatización, reduciendo su impacto en la vida diaria y mejorando la calidad general de vida.

El manejo de la somatización en un centro de rehabilitación se enfoca en un enfoque integral que aborda tanto los aspectos físicos como psicológicos de la condición. Estos centros están especialmente equipados para proporcionar un entorno de apoyo donde los pacientes pueden explorar y tratar las raíces emocionales y psicológicas de sus síntomas físicos.

Al ingresar a un centro de rehabilitación, el paciente generalmente pasa por una evaluación exhaustiva que incluye una revisión médica completa, así como evaluaciones psicológicas. Este proceso ayuda a identificar cualquier condición médica subyacente que pueda estar contribuyendo a los síntomas y establece una línea de base para el tratamiento de los aspectos psicológicos de la somatización.

La terapia es un pilar fundamental en el tratamiento de la somatización. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es comúnmente utilizada para ayudar a los pacientes a reconocer y cambiar pensamientos y comportamientos que contribuyen a la somatización. La terapia psicodinámica puede ser útil para explorar conflictos emocionales subyacentes y problemas no resueltos que pueden estar manifestándose a través de síntomas físicos.

Los pacientes reciben educación sobre la naturaleza de la somatización y aprenden técnicas de autogestión para aliviar sus síntomas. Esto puede incluir entrenamiento en relajación, mindfulness, y técnicas de manejo del estrés. Estas habilidades son vitales para ayudar a los pacientes a tomar control activo de su salud y reducir la incidencia de síntomas somáticos.

Nuestro centro de rehabilitación The Balance ofrece además terapia grupal, donde los pacientes pueden compartir experiencias y estrategias con otros que enfrentan desafíos similares. Esto no solo ayuda a reducir la sensación de aislamiento, sino que también fomenta el desarrollo de habilidades sociales y de apoyo mutuo.

En algunos casos, se pueden prescribir medicamentos bajo la supervisión del personal médico para manejar los síntomas de la somatización, especialmente si están presentes la ansiedad o la depresión. Sin embargo, la medicación se usa con precaución y generalmente como parte de un enfoque más amplio que incluye terapia y otras intervenciones no farmacológicas.

Explorando la relación entre las somatizaciones, la ansiedad y la regulación emocional. El efecto mediador de las estrategias desadaptativas

Ansiedad y Estrés 31 December 2023 https://www.ansiedadyestres.es/es/art/2023/anyes2023a18

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